Como cada 12 de octubre, el Estado Español pone en marcha toda la maquinaria de difusión para ensalzar el españolismo en la fecha que conmemora el mayor hito de esta ideología: el expolio y la destrucción cultural de los pueblos originarios de América Latina.
Por lo tanto, este día, se saca el ejército a las calles a desfilar, gastando dinero público, para recordar con orgullo ese pasado imperial, colonizador, de opresión violenta y militar, a través del que se ha construido el Estado Español. La realidad es que es un día vacío y excluyente en el que se celebra la destrucción no de los pueblos originarios solo, sino la del inicio de la destrucción, también, de los pueblos del Estado, que años más adelante se destruye en colonias interiores de Ese imperio que vio destruido su economía de base y su única vía de progreso, para pagar la deuda de la corona de Carlos V.
El Estado sigue con la misma mentalidad de 1492, lo único que ya no es un gran imperio, es un pequeño Estado que ha vendido su soberanía a las grandes empresas y que cada vez ve más cerca su destrucción, que intenta evitar con la misma receta que entonces: la violencia.
Y esto está más candente que nunca como hemos podido ver este 1 de octubre y en los días previos en Cataluña, dónde el Estado ha usado la violencia contra el pueblo que, democrática y pacíficamente quería decidir su futuro, y al que se le está intentando impedir por medio de la violencia. Pero no solo esa represión nos recuerda al franquismo. Desde el gobierno se han repetido frases de manera literal de los medios de propaganda franquistas para amenazar a Cataluña. Un discurso del gobierno central compartido y casi repetido con gestos incluso violentos, posteriormente, por un monarca ilegitimo, que volvió a demostrar con sus palabras de quién es heredero.
En Cataluña se ha marcado el camino de la ruptura democrática, y no lo decimos nosotros y nosotras, sino que lo ha dicho el Presidente del Gobierno y el resto de voceros y voceras del régimen, afirmando que, esta es la mayor crisis a la que se ha enfrentado al Régimen del 78 desde su inicio.
Castilla y el resto de pueblos del Estado agonizan y su única salida es romper con el Régimen y recuperar su soberanía para poder progresar. Y, en el caso concreto de nuestro pueblo, es una cuestión de vida o muerte para dejar de ser ese material en que nos han convertido.
La ofensiva del pueblo catalán no es un espectáculo como nos quieren hacer ver desde varios sectores políticos, incluso desde la izquierda estatal. Esta ofensiva debe de ser un espejo en el que nos miremos el resto de pueblos y del que aprendamos, para trasladar ese ejemplo y poder plantear la ruptura desde nuestra tierra. Porque es el momento en que estamos más cerca de poder proclamar las repúblicas y la república que ansían los sectores progresistas de los pueblos.
No podemos mantenernos equidistantes ante el avance del fascismo y el recorte de derechos y libertades que estamos viviendo, no podemos dejar que nos utilicen el Estado como marionetas para atacar a otros pueblos, es el momento de posicionarse de nuevo: fascismo o democracia, reforma o ruptura.
Cada vez se acerca más su final, cada vez se demuestra que la transición fue una patraña y que siguen gobernando los mismos que hace más de 40 años, cada vez se acerca más el día en que se deje de celebrar vergüenzas militares y celebremos la victoria de la liberación de los pueblos trabajadores de la cárcel de España, porque cada vez somos más quienes nos hemos dado cuenta de que:
EL ESPAÑOLISMO ES FASCISMO Y QUE ES LA HORA DE LOS PUEBLOS.