150 años del Pacto Federal Castellano.

Un día como hoy, en el año 1869, se firmó el Pacto Federal Castellano por parte de personas republicanas representantes de las 17 provincias castellanas de Castilla la Vieja (Ávila, Burgos, Logroño, León, Palencia, Santander, Segovia, Salamanca, Soria, Valladolid y Zamora) y de Castilla la Nueva (Madrid, Toledo, Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Guadalajara).

El Pacto Federal Castellano, consensuado hace 150 años en Valladolid, surgió tras la Revolución Gloriosa de 1868 que obligó a Isabel II a abandonar el Estado y abrió un periodo progresista que culminaría con la proclamación de la I República en 1873. Con carácter previo a la firma del pacto, el Partido Republicano Democrático Federal convocó una manifestación republicana en Valladolid a la que asistieron 10.000 personas. Tras el éxito de la convocatoria, el 13 de junio comenzó a elaborarse el pacto.

Este pacto fue firmado por miembros del Partido Republicano Democrático Federal, a objeto de establecer una república que diera forma a una Castilla unida, federal y en la que se produjera un restablecimiento de los derechos y libertades fundamentales de la ciudadanía. En dicho texto, se puntualizó que cualquier ataque a los derechos de la ciudadanía castellana, seria motivo legítimo para una insurrección en caso de no funcionar los medios legales.

¿Qué utilidad tiene recordar este pacto?

Es necesario recordarlo no solo porque supone la continuación de ese hilo morado y comunero de la historia de nuestro pueblo, sino que se da en unas condiciones similares a las que nos encontramos hoy en día, que favorecen un cambio de régimen. Además, es importante entender que sin esa Castilla unida será imposible ese cambio.

En primer lugar, un hecho muy importante es el de que, de manera voluntaria, las 17 provincias castellanas decidiesen unirse, lo que hace ver que nuestro pueblo siempre ha tenido esa idea de unidad y de progreso y ha tenido conciencia nacional propia, a pesar de los grandes esfuerzos que ha hecho el régimen actual por disgregamos y quitarnos nuestra identidad nacional.

En segundo lugar, en aquella época, el Estado no dejaba de sufrir crisis económicas a las que no era capaz de poner solución y existía una gran parte del espectro político corrupto, de corte monárquico y sustentado por la Corona. Sumando esto a las enormes tramas corruptas de la madre de Isabel II, María Cristina, la monarquía se hallaba cada vez más deslegitimada de cara a las clases populares y a gran parte de la burguesía. Lo mal suena muy parecido a la situación actual con Juan Carlos I, a quien los partidos del régimen no permiten investigar por corrupción, y su hijo Felipe VI, que mantiene el mismo perfil pero con una actitud cada vez menos democrática. Además, María Cristina tenía una fortuna en “B” que no se permitía investigar, al igual que la fortuna de Juan Carlos I.

Como hemos podido comprobar, el Estado Español en tiempos de Isabel II sufría una gran crisis de régimen incapaz de solucionar y cada vez estaba más deslegitimado ante las clases populares que se organizaron para tumbar la estructura a través de revoluciones como La Gloriosa o a través de firmas de pactos como los de Tortosa o el Pacto Federal Castellano de corte federal y democrático. Lo cual parece ser ciertamente similar a la situación del actual Estado español, el cual no da soluciones a las miserias de las clases populares y se esfuerza por evitar que los pueblos oprimidos puedan decidir sobre su propio futuro. Un Estado monárquico corrupto sin ningún tipo de legitimidad de cara a las gentes de los distintos pueblos. Unas instituciones cada vez más represivas y una menor garantía de los derechos y libertades de la gente. Lo cual se ha traducido en una degradación de las clases populares, una crisis territorial y una deslegitimación de la institución monárquica.

Nos encontramos ante un momento en que, aunque los medios quieran dar tusa imagen de imposibilidad de victoria o de utopía, existen las condiciones necesarias para un cambio de régimen. Ya se han dado las fases de crisis económica y el intento fallido del régimen de relegitimarse con los nuevos partidos y una extrema derecha institucional que asuste a la población.

Es el momento de generar una ofensiva, popular, democrática y republicana en todos los pueblos del Estado, para lo que la idea de tusa Castilla tupida en aras del progreso, la soberanía y la república es fundamental para que ese cambio de régimen sea exitoso y suponga un avance para las clases populares, las mujeres y los pueblos.

Para finalizar, recuperamos las arengas finales del Pacto Federal Castellano:

“Mientras se conserve al pueblo la libertad y francas las puertas de sus derechos, entremos por ellas a realizar la santa aspiración de que pende la felicidad de la patria. Pero si esas puertas se cierran por los que arteramente se han reservado la llave, no temáis, las escalas están preparadas, treparemos por el muro, y dentro o la victoria o la muerte.

La sangre de los Zapata, María Pacheco, Padilla, Bravo y Maldonado que corren por vuestras venas y el ardimiento de que guardan memoria estos pueblos de las Comunidades, garantizan el éxito de nuestras aspiraciones y deseo.”