Otro año más, como en cada 1º de mayo, nos sentimos en la obligación de emitir una respuesta juvenil con conciencia obrera, a fin de hacer frente a un contexto aversivo caracterizado por el paro, la precariedad, la brecha salarial, cantidades ingentes de trabajo no pagado y, en definitiva, constituido sobre la explotación hacia el conjunto de la clase obrera.
Como sabemos, el paro aún sigue siendo una problemática que se alza sobre nuestros barrios, siendo este más notorio entre las mujeres de cualquier edad, pero en especial entre las más jóvenes, las cuales, como ya advertimos el pasado 8 de marzo, son más susceptibles de caer en riesgo de pobreza, especialmente aquellas comprendidas entre los 16 y 29 años . Esta situación no es aleatoria, ya que las mujeres obreras sufren una doble opresión al verse insertas en un sistema capitalista y patriarcal, en el que son relegadas al trabajo de los cuidados profundamente invisibilizado, infra-pagado o no pagado y explotadas en cualquiera de sus puestos de trabajo por ser obreras. Además, no podemos olvidar la insistente brecha salarial (entendida como porcentaje adicional que cobran los hombres respecto a las mujeres), el techo de cristal (barreras invisibles que encuentran las mujeres durante su carrera profesional) y los suelos pegajosos (referido a las dificultades que se encuentra la mujer para abandonar la esfera privada y acceder a la vida pública, siendo esto un problema para introducirse al mercado laboral), así como todo el acoso sexual al que se ven expuestas.
Por otro lado, se revela que, independientemente del género (aunque con las particularidades anteriormente mencionadas), cuanto más joven se es, mayor probabilidad de desempleo se tiene, ya que los rangos de edades en los que existe mayor tasa de desempleo son2: de 16 a 19 años (49,26%) y de 20 a 24 años (32%). Ante esto, nos preguntamos, ¿quiénes sufren más la precariedad? ¿quién es más vulnerable cuando se descubre desempleado? Evidentemente, la respuesta a esta pregunta no señala a los hijos e hijas de las clases altas, sino a nosotras, la juventud obrera de los barrios y pueblos, quienes nos enfrentamos a una mayor dificultad de pago de los estudios debido a las crecientes tasas, así como a una imposibilidad de independencia económica respecto de los padres. Por no hablar de la cantidad de trabajos precarios a los que nos vemos expuestas, así como al empeoramiento del conjunto de las condiciones y derechos laborales, a lo que se suma la expansión de multinacionales en las que la estabilidad y calidad del trabajo decrece exponencialmente.
Como es sabido, todo ello se ve triplicado si hablamos de las personas racializadas o migrantes, pues son relegadas a aquellos trabajos infra-pagados e incluso expulsadas del sistema productivo a través de numerosas barreras de carácter racista. Además, se ven expuestas a numerosas vejaciones por el hecho de pertenecer a un grupo social estigmatizado desde parámetros intrínsecamente discriminatorios.
Esta situación, unida al encarecimiento de la supervivencia, donde los precios de la vivienda y del conjunto de los bienes son cada vez mayores, se traduce en un empeoramiento y depauperación del conjunto de la clase obrera. Esto genera, no sólo un presente cada vez más aversivo, sino además un futuro incierto, ya que cada vez se tercia más difícil imaginarnos con un trabajo estable, lejos de la precariedad, sin diferenciación por género o etnia y con su correspondiente pensión tras la jubilación. En adición, el desarrollo del modo de producción capitalista está produciendo la destrucción del medio rural, en el que cada vez es más difícil vivir por la falta de trabajo y la escasez de recursos, produciendo así una Castilla vaciada, donde las trabajadoras se afinan en las ciudades con cada vez peores condiciones tanto laborales como medioambientales.
Por último, declaramos que no nos sirve una reforma parcial en tema laboral, sino toda una transformación del modo de producción capitalista, racista y patriarcal, que nos oprime crecientemente para enriquecer a la clase dominante. Por ello, vemos necesario construir un movimiento popular en el que la juventud castellana y revolucionaria luche por la abolición de este sistema y la construcción de un futuro digno para Castilla y, en definitiva, para el conjunto de los pueblos.
¡Contra la precarización de nuestras vidas!
¡Organización obrera por un futuro digno para nuestros pueblos!