Como cada año, el movimiento antifascista sale a la calle este 20 de noviembre para rendir homenaje a los que dieron su vida por defender la libertad. El pueblo castellano, históricamente, ha sido ejemplo de lucha antifascista, como bien demuestran los 3 años que resistió el asedio de Madrid.
El 20 de noviembre de 1975, muchos de nuestros abuelos y nuestros padres celebraban en sus domicilios la muerte del dictador. Para ellos, se cerraba una etapa de represión, tortura y silencio, y se abría un nuevo periodo cargado de esperanza, en el que por fin se podrían depurar los crímenes cometidos por los golpistas. Esto nunca sucedió, y el régimen franquista tan solo cambió su apellido por el “del 78”. Las fuerzas políticas de la nueva “transición” no quisieron dejar ningún cabo suelto, y se valieron de todas las herramientas que tenían en su mano para suavizar las posibles protestas juveniles ante esta farsa. Inventos como la “La movida madrileña” generaron una falsa sensación de libertad y cambio que sirvió a estos intereses. El pueblo castellano, no obstante, comprendió que el cambio estructural no se había producido y recogió el testigo de aquellos que dieron su vida durante los años de la guerra civil, impulsando la lucha en las calles agrupados en la Unidad Popular Castellana. En la actualidad, este régimen se ha visto reforzado. Los acuerdos alcanzados por Pedro Sánchez para la investidura suponen la incorporación definitiva de todas las fuerzas políticas con presencia parlamentaria a este modelo.
Por otra parte, más allá de la política institucional, durante los últimos años el fascismo ha ido cogiendo fuerza en las calles. En las protestas de las últimas semanas en Ferraz, hemos podido ver nuevamente un desfile de símbolos y banderas franquistas. La creación de movimientos nacionalistas españoles a raíz de estas protestas y con unas características muy concretas, debe ser comprendida como una señal luminosa de peligro, ya que por primera vez se unen bajo el mismo paraguas distintos grupos fascistas.
En el plano de la política internacional, la situación es similar. El régimen de Kiev, apoyado estratégica y económicamente por la alianza terrorista atlántica, de la que forma parte nuestro “gobierno de progreso”, ha masacrado a la población del Donbass que se levantó contra los ataques de los ultranacionalistas ucranianos. Por otro lado, el presidente Sánchez ha condenado públicamente la operación “Inundación de Al-Aqsa”, que ha supuesto para el pueblo Palestino el paso de la resistencia a la lucha activa para liberarse del yugo sionista.
La fuerte crisis económica que se espera los próximos años, y la posible guerra si el conflicto en oriente medio sigue escalando, probablemente reforzarán las conductas xenófobas y fascistas en todas sus formas. Por ello, queremos hacer un llamamiento a toda la juventud a organizarse y honrar la memoria de tantos aquellos que dieron su vida antes.
Porque nada pueden bombas, donde sobra corazón.
¡No pasarán!