Desgraciadamente el 25 de noviembre se ha convertido en una jornada más de lucha en Castilla y en el resto de los pueblos; es el día internacional contra la violencia de género -o hablando claro- contra el terrorismo machista.
Es un día para el recuerdo de tantas mujeres maltratadas física, social, laboral y psicológicamente, que padecen y sufren día tras día la violencia y el horror, y que en muchos casos son asesinadas por el simple hecho de ser mujer. En Castilla, el número de fallecidas se eleva en lo que va de año a 11.
Pero sólo con el recuerdo no se cambian las cosas, no se erradica el problema. Está bien y es necesario que haya una fecha significativa, pero la lucha debe ser diaria y combativa, de todas y todos, en la que se apueste por una sociedad en la que no haya cabida para la discriminación y violencia contra las mujeres por el hecho de ser tales. Animamos a toda la juventud a salir a la calle y decir que ya está bien de que a la mujer se la trate con inferioridad, con fines lucrativos y/o como objetos sexuales, que ya está bien que el simple hecho de ser mujer implique ser relegadas a un segundo plano en los diferentes ámbitos de la sociedad.
¿Y por qué se sigue dando esta situación después de tantos años de lucha? ¿No se supone que vivimos en el S. XXI y la igualdad entre sexos debería estar más que superada?
Pues la verdad es que debería, pero no; y no sólo es que no se haya logrado, sino que además en ciertos aspectos ha empeorado y eso se lo debemos en su totalidad a la educación que se sigue recibiendo desde diferentes ámbitos. Desde la que se imparte en los colegios, pasando por los medios de comunicación y en definitiva en el trato del día a día.
Los medios de comunicación, lejos de dar una imagen real de igualdad y respeto entre sexos, siguen manipulando mediante anuncios publicitarios, series juveniles, “programas telebasura”, etc. para que realmente nada cambie, para que el sistema patriarcal no se derrumbe y por lo tanto, la imagen de la mujer siga siendo tratada como un objeto de manipulación sexual y sumisa, y en definitiva, que siga bajo los yugos de dicho sistema. Pero como vivimos en el mundo occidental del S. XXI (“el mundo civilizado”), hay que dar una imagen de modernidad e igualdad; para ello se gastan millonadas en hacer anuncios y/o campañas ambiguas que no sirven para nada más que para mantener contenta y distraída a gran parte de la sociedad. Esa es su gran hipocresía y desde luego, es nuestro gran lastre a combatir.
La gota que colma el vaso es que ciertos políticos como el alcalde de Valladolid, “periodistas” como Sánchez Dragó, Salvador Sostres o Eduardo García Serrano, y en definitiva “personajes públicos” se permitan el lujo de humillar y desacreditar a las mujeres y utilicen para ello un lenguaje sexista, repugnante y vergonzoso para avasallar o para vender. A esta gente les deberíamos decir, y se lo vamos a decir sin titubear, que se acabó esa actitud machista, sexista y misógina; que ya está bien de tanta hipocresía, que son culpables de la violencia contra las mujeres como lo son maltratadores y asesinos; que no les vamos a permitir que la mujer -sólo por el hecho de ser mujer- se vea relegada a un segundo plano por debajo del hombre, humillada y manipulada en todos los ámbitos de la sociedad y por lo tanto sea torturada, insultada, maltratada o asesinada.
Y cuando hablamos de que la mujer sigue torturada, humillada, maltratada, etc. también hablamos de la normalización del consumo sexual de mujeres en la prostitución por parte de los hombres que por desgracia, está a la orden del día. Hojeamos la prensa y allí encontramos a las mujeres ofertadas como mercancías, conectamos la televisión y la historia se vuelve a repetir, siempre camuflada para que todo siga igual; para que la actividad del proxenetismo, que se encarga de la obtención de rendimientos económicos derivados de la explotación sexual de las mujeres, siga siendo uno de los grandes fines lucrativos. El uso sexual de las mujeres normalizado y el mensaje explícito que se transmite, inequívoco: los hombres siguen gozando del privilegio social no cuestionado de acceder por precio al cuerpo de las mujeres. Se ratifica, pues, una concepción social de las mujeres como meros cuerpos, de los que los hombres tienen el derecho de uso para su placer. Y donde grandes empresarios y mafias, con la pasividad de gobiernos y ayuntamientos, no hacen más que crecer y enriquecerse a costa de ellas, obligadas a vender su cuerpo.
No nos engañemos, la prostitución era, es y será siempre un gran mercado lucrativo para unos pocos al servicio del capitalismo que no duda en dar un papel a la mujer que no es otro que el ser sumisa y complaciente al servicio de los hombres.
Por tanto, desde Yesca seguiremos, no sólo el 25 de noviembre sino todos los días del año luchando y desenmascarando todas y cada una de las expresiones y actitudes machistas, sumisas y violentas hacia las mujeres desde una posición feminista ya que es la única forma de que los derechos y decisiones de las mujeres sean una realidad y por lo tanto, sean respetados como tal.
Es tarea por igual de todas y todos seguir luchando y combatiendo esta lacra social.