El 28 de junio, día internacional de lucha LGTB, millones de personas en todo el mundo salimos a las calles en recuerdo de los disturbios ocurridos en Stonewall en 1969. Recordamos de esta manera, aquel espíritu de lucha que provocó la primera respuesta de la comunidad LGTB como sujeto político oprimido ante la persecución sistemática a la que estaba siendo sometida.
Hoy, 44 años más tarde, es mucho el camino que se ha avanzado, pero también mucho el camino que queda todavía por abrir. La homofobia y la negación de las libertades sexuales siguen siendo uno de los pilares principales para el mantenimiento del sistema patriarcal.
En Castilla, estamos viviendo una ofensiva institucional contra las libertades sexuales, por parte de un Gobierno reaccionario que pretende legislar sobre los cuerpos de las personas haciéndonos retroceder en materia de derechos y libertades. Por su parte la Iglesia católica continúa con su demagogia y acientifismo, presentando libros en los que se pretende patologizar las diferentes orientaciones sexuales.
Pero peor aún es la homofobia social, tanto la directa como la indirecta, causante principal de graves trastornos como depresión, adicción a las drogas y, en el peor de los casos suicidios. Las estadísticas hablan por sí mismas: el 81% de los gays y lesbianas de CyL desearían abandonar su comunidad por motivos de discriminación sexual. Una comunidad en la que todavía una cuarta parte de la población considera la homosexualidad una enfermedad mental. Este es un claro reflejo de un fenómeno, el del exilio sexual, que en Castilla agrava aún más el fenómeno de la despoblación de nuestras comarcas. Vivir en las zonas rurales en ocasiones se convierte en una pesadilla para los y las jóvenes con opciones sexuales no normativas.
Pero en las ciudades tampoco no es todo “de color de rosa”. Solamente la ciudad de Madrid concentraba el año pasado un 31% del total de denuncias de agresiones homófobas de todo el Estado. La visibilidad de la sexualidad está todavía reprimida institucional y socialmente también en la ciudad, relegando a la comunidad LGTB a mostrarla únicamente en las zonas delimitadas para ello (como puede ser el barrio de Chueca en Madrid) y además concentrada en locales de pago.
La comunidad LGTB debe volver a mostrar su capacidad de lucha. Hace falta recordar que fue precisamente en Madrid donde se realizó la mayor manifestación del 28 de Junio durante la Transición, convocada en 1978 por el Frente de Liberación Homosexual de Castilla (FLHC) en un momento en el que las asociaciones de homosexuales eran todavía ilegales y seguían existiendo presos y presas por delitos de “homosexualidad”. Desde entonces se vienen realizando cada año multitudinarias manifestaciones demostrando que en nuestra sociedad existe una mayoría social progresista y una comunidad LGTB realmente luchadora.
Desde Yesca creemos básico seguir fomentando una sexualidad libre y segura entre la juventud, así como seguir defendiendo una educación sexual científica y racional. La liberación sexual es una tarea que nos debe preocupar a toda la juventud, ya que está directamente entrelazada con la opresión que sufrimos como jóvenes. Por ello, asumimos el compromiso de trabajar día a día en este sentido, desde la formación y la creación de espacios de debate y libertad sexual. Nuestro objetivo está claro: construir una sociedad no patriarcal y libre. Para ello es necesario realizar un trabajo desde la base de los movimientos populares y desde la base de nuestra sociedad.
Como jóvenes, no podemos permitir que se nos niegue el derecho a las libertades sexuales en nuestra propia tierra. Luchar por la libertad sexual es también luchar en contra de la emigración juvenil en nuestras zonas rurales y a favor de la liberación completa como personas, como clase y como pueblo.
En todas las comarcas, en todos los pueblos y en todos los barrios, los y las jóvenes decidimos: ¡sexualidades libres y sanas!