8M – Día internacional de la mujer trabajadora.


“No olvidéis jamás que bastará una crisis económica, política o religiosa, para que los
derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados”.

Simone de Beauvoir ya reflejaba en 1949 hechos que podemos constatar a día de hoy. El panorama geopolítico global es complejo y convulso, y eso también nos repercute a las mujeres. Las guerras, la crisis del capitalismo y la inestabilidad del Régimen del 78, agudizan las violencias estructurales, entre ellas y especialmente las que afectan a las mujeres y a la clase trabajadora. Entender esto es clave para trabajar por la erradicación de ambos, dando los pasos necesarios en cada momento. Es una cuestión de supervivencia.

En el Estado español, en el ámbito laboral, nos encontramos en la dicotomía de pertenecer al 13,3% de tasa de paro en mujeres de menos de 25 años, o encadenar trabajos que son cada vez más precarios. El sistema prostitucional no pierde la oportunidad de captar mujeres y niñas vulnerables; la pornografía, como escuela de violencia contra las mujeres, va de la mano de la prostitución en el entramado de violencia sexual financiado por una potente industria. Esto, a su vez, tiene
consecuencias directas en las mujeres más jóvenes: el aumento de agresiones sexuales de formas cada vez más violentas y hacia mujeres cada vez más jóvenes. Y, así, el patriarcado se asegura de cerrar el círculo de violencia: hay evidencias y estudios que establecen una correlación entre el sufrimiento de violencia sexual en edades tempranas, o la vivencia de hechos traumáticos relacionados, y la vulnerabilidad frente a la explotación sexual.

Los hechos acontecidos en el desfile de carnaval de este año también están relacionados con esto. Exponer en un desfile y como una atracción a niñas vestidas como mujeres adultas sexualizadas, es de aún mayor gravedad; es facilitar que las niñas crezcan con el concepto erróneo de que su cuerpo debe ser sexualizado para entenderse como válido, es hacer entender nuestro cuerpo como objeto de consumo
desde una edad en la que te marca de por vida, y en la que eres especialmente vulnerable. Es, desde luego, un daño en el autoconcepto que será muy difícil de reparar.

El feminismo, además de abolicionista, es internacionalista, y debemos por ello hacer mención especial a las mujeres que integran la heroica resistencia palestina. El pueblo palestino merece todo nuestro apoyo en su lucha contra el sionismo, y estamos seguras de que alcanzarán los objetivos necesarios para vencer.

El movimiento feminista es más necesario que nunca. Si realmente pretendemos un cambio, debemos derrocar también al Régimen del 78, y apostar por la construcción de un futuro digno para Castilla y para las mujeres.