Hay quien dice que no necesita el feminismo. Hay quienes lo desprecian en privado aunque lo toleren en público, hay quienes, en el momento más oscuro de la ofensiva patriarcal de los últimos tiempos se permiten usar el feminismo en su beneficio personal o político. Pero quienes llevan la lucha de las mujeres en cada puño, en cada acción, en cada reto del día a día, saben que el feminismo no es una moda, ni una ventaja política, ni un eslogan electoral y sobretodo, que ninguna conquista de las mujeres se hará con concesiones desde arriba, ni en despachos llenos de hombres, aunque sean compañeros.
En sólo 68 días de este año 2017, 14 mujeres han sido asesinadas solo en Castilla. Combatir la realidad del terrorismo machista (sí, terrorismo) en nuestra tierra debe ser la prioridad de las feministas castellanas, pues el asesinato, la amenaza, el miedo son sólo la más brutal de todas las manifestaciones de machismo diario que sufrimos en nuestros pueblos y ciudades. La violencia patriarcal en nuestros puestos de trabajo, en las estadísticas de desempleo, en la precarización de los trabajos feminizados, no es sino la muestra de que la alianza del capital y el patriarcado sólo puede y debe caer si se destruye a ambos. Las jóvenes castellanas estamos con las Kelis, con las teleoperadoras, con las mineras, con las trabajadoras de la estiba, pero también con las paradas, con las becarias, con las pensionistas que mueren con el fuego de una vela porque no pueden si quiera permitirse pagar la factura de la luz.
Compañeras, tenemos muchos frentes: a combatir y destruir al asesino machista se le suman la siempre urgente batalla por la libertad de nuestros cuerpos y de nuestras sexualidades más allá del deseo masculino impuesto y de la normatividad corporal que nos oprime y también nos mata, defender a nuestras presas políticas y a nuestras compañeras represaliadas, y solidarizarnos con las mujeres que luchan en todo el mundo: las compañeras palestinas, las compañeras kurdas, las compañeras del Donbass, las compañeras colombianas que se encuentran inmersas en el proceso de paz.
Este año nuestro recuerdo, nuestra fuerza, nuestra rabia y nuestra ilusión por continuar se dirigen más que nunca al cielo comunero desde el que nos alumbra el ejemplo infatigable de nuestra compañera Doris. Doris vive en cada una de nosotras y en cada mujer castellana que rompe sus cadenas.
Las chicas de Doris hoy y siempre, con tu ejemplo feminista, avanzamos.