El 9 de mayo de 1945 el Ejército Rojo vencía por completo a la Alemania nazi, acabando de esta manera con un sistema (el nacionalsocialismo) que pretendía acabar con judíos, gitano, comunistas, intelectuales y, en definitiva, con cualquier persona o grupo que no comulgara con su ideario criminal, con el objetivo último de mantener los privilegios capitalistas (recordemos que grandes empresas como Volkswagen y Siemens financiaron sin complejos al régimen nacionalsocialista).
La victoria soviética supuso el fin de estas aspiraciones y la salvación para Europa y el mundo en general del terror nazi-fascista. Sin embargo, y por desgracia, el ideario fascista no murió con esta derrota, y hoy en día sigue siendo vigente en la sociedad, con un alarmante repunte en los últimos años, alimentado una vez más por las crisis capitalistas. Con diferentes cambios de máscara y lavados de cara por parte de medios de comunicación e instituciones, en muchos rincones del mundo aumentan los discursos y las acciones violentas basadas en el racismo, machismo, xenofobia, lgtbfobia, etc.
Es por todo esto que debemos ser conscientes de la historia para evitar que se repita. En nuestros barrios, pueblos y ciudades miles de jóvenes ya se organizan y trabajan cada día para no ceder un milímetro al fascismo. Este es el camino a seguir.
Por la memoria de los héroes y heroínas soviéticas, por la muerte total y absoluta de los fascismos. Adelante los ejércitos rojos del s. XXI, abajo con quienes tratan de embaucar al pueblo desde sus poltronas electoralistas, para después traicionarlo y poner la alfombra roja a la extrema derecha.
¡Castilla comunera, fascistas fuera!