En octubre la organización Yesca, que se define como juvenil, castellana y revolucionaria, respondió con una notoria acción a los actos nazis institucionales llevados a cabo en el municipio madrileño de Quijorna. Desde La Haine nos pareció una buena oportunidad para hablar con ellos y de paso tocar otros temas de actualidad.
La Haine.- Con relación a lo sucedido en Quijorna, ¿podéis contarnos de primera mano los motivos que os llevaron a realizar la acción y qué consecuencias ha tenido?
Yesca.- Al conocer los sucesos de Quijorna nuestra reacción fue de tal indignación que decidimos que era necesario dar una respuesta rápida para impedir que ese tipo de actos quedasen impunes, y creemos que estas respuestas nos corresponde darlas a la juventud castellana, sin esperar nada de las instituciones. La Ley de Memoria Histórica de 2007 pudo suponer un avance legal, pero a la hora del cumplimiento se queda corta, debido precisamente a que esa memoria histórica ataca de manera directa a las raíces del actual Régimen político; 6 años después, los pueblos y barrios de Castilla siguen repletos de simbología y nomenclatura fascistas, mientras las autoridades pertinentes se lavan las manos con la excusa de la falta de presupuesto o la poca prioridad del tema. Un hecho flagrante fue que el PSOE de Quijorna tardase sólo unas horas en emitir un comunicado de repulsa a nuestra acción, cuando si se creyesen sus propias leyes les correspondería a ellos exigir la desaparición del monolito fascista de su pueblo.
Por todo ello, desde Yesca pensamos que debe ser el propio pueblo el que asuma la tarea de borrar de la vista toda la simbología fascista, pero no con la mirada puesta únicamente en honrar la memoria de quiénes padecieron el fascismo en el pasado, sino sobre todo, con la vista puesta en el futuro y en la caída de éste Régimen heredero del franquismo. Llevamos años realizando este trabajo, como se pudo comprobar en el placa-placa de 2009, o en el ataque a la estatua ecuestre de Franco en Madrid, por parte de Izquierda Castellana, entre muchos ejemplos de acciones. Podemos decir que fuimos de las organizaciones pioneras en Castilla en la denuncia de la simbología fascista, y pensamos seguir haciéndolo de ahora en adelante, porque un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro.
LH.- El pasado 28 de septiembre alrededor de 8.000 personas salieron a la calle en Madrid convocados a través de la consigna “Jaque al Rey”. ¿Qué valoración hacéis de esta movilización?
Y.- Como ya expresamos en nuestro comunicado público, para nosotr@s la movilización del 28S fue un éxito respecto a las expectativas que había marcado la propia Coordinadora 25S y al avance político del discurso rupturista. La convocatoria consiguió el apoyo de más de 100 colectivos y organizaciones políticas de todo el Estado y la presencia de más de 8.000 personas, a pesar del boicot mediático, la criminalización y la represión desmesurada que se cebó especialmente con el Bloque Juvenil Anticapitalista. Esto no hace más que demostrar la fragilidad del actual Régimen, el miedo a un discurso de ruptura con el mismo y a una juventud que cada vez demuestra estar más y mejor organizada para luchar por su presente y su futuro. Lamentablemente, la intensa lluvia y la presión policial impidieron el objetivo de llegar hasta la Plaza de Oriente, pero las ganas de luchar en contra de este Régimen fueron patentes en todo momento.
Es necesario también entender el carácter de la movilización, ya que no se trataba de una lucha sectorial más, sino de una movilización estratégica y con una elevada carga política. El Jaque Al Rey representa la culminación de un proceso de maduración del movimiento popular en los últimos años, hacia posiciones que apuestan por la clara Ruptura con el Régimen postfranquista actual, avalado por la Constitución del 78. Este proceso asusta por igual a los sectores izquierdistas, que suelen desconfiar de la capacidad del pueblo, y a los sectores de la izquierda reformista, que ven peligrar su sillón pero que necesitan hacerse la foto. Es evidente que el discurso y la práctica de la Coordinadora 25S han conseguido generar muchas contradicciones dentro de la izquierda y eso se comprueba en los posicionamientos que toma cada organización al respecto.
Para nosotr@s, esta movilización representa un antes y un después en el movimiento popular, pues creemos que el único camino posible hacia la construcción de una alternativa socialista en nuestro pueblo pasa por la ruptura con este Régimen, derrocar la monarquía e iniciar un proceso constituyente en manos del pueblo trabajador castellano, reconociendo el derecho a la autodeterminación del resto de naciones del Estado y los procesos constituyentes que ya están poniéndose en marcha en sus respectivos territorios. No posicionarse claramente en estas cuestiones es firmar la sentencia de muerte de cualquier organización política con voluntad transformadora.
LH.- ¿En qué situación se encuentra el proceso de desarrollo de la cultura castellanista en Madrid actualmente? ¿Se está perdiendo cada vez más o bien está en proceso de recuperación?
Y.- En primer lugar hay que diferenciar dos términos que a veces se confunden. Por un lado tenemos la cultura castellana de Madrid, la cual es un hecho innegable, fruto de una historia de más de 900 años, a pesar de que en estos 30 años de autonomía se haya querido difuminar mediante el intento de generar ese sentimiento “madrileñista” separado del resto de Castilla y mediante la marginación total de todo tipo de muestras culturales propias del país. Tener que explicar esto a alguien nos resulta ridículo, ya que la castellanidad de Madrid la recoge hasta el propio Estatuto de la CAM, pero tristemente el invento autonómico ha hecho mella en la identidad de la gente. Por otro lado está la conciencia nacional, que es lo que hace a un pueblo sentirse parte de él y tener una voluntad de existir políticamente. En ese sentido, hay que reconocer que Castilla, para las clases dominantes, ha sido baluarte del españolismo más rancio. Esto se debe a que históricamente no hubo una burguesía nacional fuerte capaz de liderar un proceso de concienciación nacional que fuese más allá del regionalismo, como sí lo hicieron las burguesías de otros pueblos del Estado; el único intento de realizar algo así tuvo lugar durante la Revolución de los Comuneros y fue totalmente aniquilado. Esto hace que en Castilla los únicos agentes de desarrollar ese proceso son las clases populares, lo que hace que la construcción del mismo vaya a ser obligatoriamente proceso revolucionario y de clase, que se inició durante la Transición con el surgimiento del castellanismo revolucionario. Actualmente, nos encontramos en un contexto de crisis del Régimen, que se traduce en una descomposición del Estado español, y ante la necesidad política de aclarar el marco territorial donde se mueven los movimientos políticos.
Castilla para nosotr@s no es sólo una realidad histórica, sino un proyecto político nacional y de clase que se contrapone a la hegemonía ideológica y política burguesa representada en el nacionalismo español. Se trata además, de una necesidad política, por las condiciones concretas del Estado español, de dirimir cuál es el marco de desarrollo de la lucha de clases en el que nos movemos. En el Estado español, la ruptura con el actual Régimen político pasa obligatoriamente por el reconocimiento del derecho de autodeterminación de los pueblos. En el caso de Madrid, creemos que hay un evidente problema dentro de la izquierda de esa falta de identidad colectiva y de asumir un marco propio de lucha, que se demuestra tan necesario y útil para la misma. Un buen ejemplo de ello es la necesidad constante de la izquierda revolucionaria en Madrid de buscar referentes en las izquierdas independentistas de los pueblos (CUP, SAT, Izquierda Abertzale, etc.) e intentar establecer vínculos solidarios con estos movimientos, pero ¿se puede ser solidario con estos movimientos que buscan la independencia frente al Estado español, asumiendo el marco territorial y el discurso político del nacionalismo español? Creemos que esta contradicción no responde solamente al hecho de haber asumido el discurso nacional de la burguesía (o el de las burguesías regionalistas: “todo es España menos Galeuscat”), sino sobre todo a una falta de análisis y a un desconocimiento importante sobre nuestra realidad nacional, que se traduce en un desmesurado autoodio. Y es que hay quienes querrían poner un muro alrededor de la M40 para no tener que mirar a su alrededor y conocer la realidad de su tierra. Sin embargo, la negación de la problemática nacional y del reconocimiento de Castilla como pueblo sólo contribuye a alargar en el tiempo esa conjunción de intereses capitalistas que llaman España; la izquierda revolucionaria no debería permitirse esa falta de visión política. Esta cuestión la ampliamos en la “carta a la izquierda consecuente” que redactamos hace unos meses.
En resumen, entendemos que la construcción nacional es un proceso político necesario para la liberación social, pues el poder popular necesita estructurarse nacionalmente. Creemos que este es un proceso necesario e imparable, que se demuestra no sólo con nuestro importante crecimiento organizativo en los últimos años, sino con que a la práctica cada vez más colectivos y organizaciones de izquierda rupturista están asumiendo su necesidad. Lo que antaño pudo parecer un monopolio por parte de Yesca e IZCA, por suerte ya no lo es, y cada vez más personas se sienten representadas por la bandera comunera de Castilla, que no es la bandera de Yesca, sino la bandera de todos y todas las que queremos una Castilla libre; la de todos y todas las que estamos orgullosas de formar parte de un pueblo combativo que avanza día a día en la lucha hacia la construcción del poder popular.
LH.- En los últimos años habéis apostado por participar en el movimiento 15M y en las diferentes convocatorias de protesta frente al congreso, algo no siempre compartido por otras organizaciones y que en consecuencia, en el comunicado que habéis mencionado anteriormente, os ha llevado a animar públicamente a la izquierda consecuente madrileña a abandonar las “revoluciones de laboratorio”. Más allá de las diferentes posiciones existentes, ¿cómo valoráis particularmente la intervención de Yesca en este proceso? ¿Ha servido para que Yesca crezca como organización?
Y.- Desde un primer momento, desde Yesca tuvimos la suerte de saber analizar y entender el momento que se estaba viviendo y la potencialidad transformadora que tendría el mismo. Supimos que se trataba de algo sin precedentes, fruto de la necesidad de nuestro pueblo de dar una respuesta a las consecuencias que estaba teniendo la crisis capitalista. Podemos comprobar leyendo el comunicado que escribimos pocos días después que nuestro análisis era el acertado y que ese llamamiento que hicimos a participar humildemente en el movimiento, a aportar nuestra experiencia y a aprender de él, tuvo sus frutos evidentes. Dos años más tarde, nadie puede negar que, pese a sus limitaciones, el 15M ha revolucionado la vida política de Madrid y del resto de Castilla, afectando también al resto de pueblos del Estado.
Ahora bien, en ningún momento la intención de participar en las movilizaciones fue la de hacer crecer la organización. Si Yesca ha crecido desde entonces es debido a que se dan las condiciones concretas y al trabajo que realizamos como organización externamente, pero dentro de las asambleas populares nuestro trabajo ha sido y será el de intentar fortalecer el movimiento popular. Quien nos conoce sabe que siempre hemos rechazado el entrismo como herramienta política y que hemos sido capaces de trabajar en espacios unitarios de manera coherente a nuestros planteamientos. Haber acudido al 15M con ese tipo de intenciones, o buscando imponer nuestros criterios ideológicos quizás nos hubiera hecho crecer como organización, pero hubiera contribuido a debilitar el movimiento popular.
Por lo tanto, para quien se tiene que valorar si ha servido o no el 15M, es para el pueblo en general y para el movimiento popular en concreto. En ese sentido nosotr@s creemos que es más que evidente que sí; se han generado asambleas populares en todos los barrios y pueblos, se ha conseguido sumar a las luchas de decenas de miles de personas, ilusionar y ver factible el cambio, se han socializado consignas y reivindicaciones revolucionarias entre amplios sectores de la población y se ha conseguido realizar movilizaciones masivas contra el Régimen que no se veían desde la Transición. Como ya apuntábamos en el análisis que hicimos meses más tarde, la izquierda revolucionaria en general no supo estar a la altura de la situación y aprender de las lecciones útiles que nos daba el movimiento popular. Por una parte es lógico que después de años resistiendo en solitario, ante una increíble desmovilización popular tras la Transición y la caída del bloque socialista internacionalmente, esa izquierda se viese descolocada al ver aparecer un movimiento de masas de ese tipo. Pero l@s revolucionari@s, como ya dijimos entonces, no están en los laboratorios planeando experimientos, sino que deben estar con las masas y contribuyendo a que el movimiento popular avance. Y ese avance, en lo organizativo y político es más que evidente y ha ido en aumento, como se puede comprobar con el desarrollo de las movilizaciones que precedieron al Jaque Al Rey y como comprobaremos con las que vendrán en adelante.
LH.- ¿Cómo valoráis la respuesta social y obrera que en general se está dando desde Madrid a las medidas con que el gobierno gestiona la crisis económica capitalista?
Y.- Actualmente a nadie se le escapa que la respuesta social y obrera a la crisis está resultando difusa, tanto organizativamente como políticamente. Esto en parte es normal ya que partimos de cero, desde luchas defensivas hacia una ofensiva que es a lo que se tiene que pasar tarde o temprano. Que esto se dé, por desgracia no es una opción, sino una necesidad si queremos una salida obrera a la actual situación. Es por eso, que creemos que la prioridad ahora mismo es la de la construcción de un discurso y una alternativa política, más que centrarnos en las luchas sectoriales o concretas (las cuáles no se deben abandonar tampoco). Esa alternativa política pasa por la acumulación de fuerzas, por un proceso de unidad popular de carácter rupturista. Desde la Transición, el panorama político en Castilla ha estado hegemonizado por la izquierda reformista, la cual no sólo es incapaz de liderar un cambio real, sino que además intentará impedir que éste se lleve a cabo. El problema actual no es la gestión de la crisis que está haciendo el PP, ni se va a solucionar con una vuelta al poder del PSOE aupado por IU. Esto que puede parecer tan evidente para mucha gente, no lo es tanto para otra mucha, y va a ser importante dejarlo en evidencia: no buscamos un cambio de gobierno, buscamos un cambio de sistema político, económico y social.
Para que exista una salida obrera a la crisis la hegemonía de la izquierda reformista se debe romper, como ya se ha roto en otros pueblos del Estado, donde podemos ver cómo existe una mayor conflictividad política y social. El papel del reformismo es el de siempre: se manipulan y se venden luchas, se intenta alejar al movimiento popular de los objetivos estratégicos de ruptura, se le “marea” con la dispersión de luchas y convocatorias, se criminaliza a los sectores revolucionarios. El fin de esa hegemonía puede ocurrir a medio plazo; quizás no en el plano sindical por lo complicado de las características intrínsecas del mismo y por la dificultad del nuevo marco de lucha laboral que se crea actualmente con la precariedad generalizada, pero en el plano político sí, y de hecho ya está ocurriendo. La participación de los sectores rupturistas en todas las expresiones del movimiento popular va a ser imprescindible en ese proceso de concienciación política. Va a ser necesario abandonar todo tipo de recelos y buscar la confluencia táctica con diversos sectores, sin olvidar nunca por ello los objetivos estratégicos, y contribuir a generar ese poder popular que es la única vía que nos puede llevar actualmente a la caída de este Régimen.
Por último, creemos que hay que ser conscientes de la importancia de la centralidad política de Madrid en referencia a todo el Estado. Esto lo conoce de sobra el propio Estado y es por eso que la represión y la criminalización resultan tan desproporcionadas contra movimientos tan incipientes; no pueden permitir que levantemos cabeza. Madrid también es el lugar donde el reformismo empezó a desmantelar las luchas de la Transición, y será por lo tanto una batalla clave a ganar si queremos realmente tumbar este Régimen y construir un nuevo sistema.
Muchas gracias a l@s compañer@s de La Haine por entrevistarnos y por la labor contrainformativa que realizan desde hace años.