Hace unas semanas escuchamos el anuncio por parte del ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, de la intención de colocar el futuro Almacén Temporal Centralizado (ATC) en la localidad castellana de Villar de Cañas (Cuenca). No es casualidad que existiendo otras localidades con mayor puntuación sea Villar de Cañas quien se lleve dicho cementerio, aunque, en cualquier caso, no deseamos para ninguna comarca de Castilla o de cualquier otro pueblo la instalación de basureros que impliquen riesgo para su población y su entorno.
El cementerio nuclear, el cual nos venden como un ahorro para el Estado, no significa más que el intento de alargar la vida de las centrales nucleares intentando reducir el coste que supone mantenerlas. Los residuos generados en las centrales se están trasladando en la actualidad mayoritariamente a Francia, con la sanción económica que ello le supone al Estado, y con el envenenamiento de las regiones que albergan dichos residuos. El coste inicial de la construcción de dicho almacén es de 700 millones de euros, a lo cual habría que sumar el mantenimiento o el coste del transporte de los residuos; por poner un ejemplo en Alemania en 2005 ese coste ascendió a 26 millones de €. Así que lejos de suponer un ahorro, supondrá un gran despilfarro de dinero público que se ha venido cobrando a través de las facturas de la luz, máxime en estos tiempos donde se están recortando servicios sociales como educación y sanidad con objeto de “ahorrar”. Por eso desde Yesca proponemos como medida de ahorro y respeto a nuestra tierra el desmantelamiento de todas y cada una de las centrales nucleares, empezando por la de Garoña (Burgos) y el impulso e investigación de energías renovables. Destacamos también que según los estudios geológicos, las reservas de uranio conocidas (4.7 millones Tm.) alcanzan sólo para abastecer las plantas nucleares existentes por 65 años, tiempo que es insuficiente para que el ATC pudiera resultar “rentable”, económicamente hablando.
A pesar de todas las medidas de seguridad que se pongan, se estima que una barra de uranio puede tener una vida media de unos 4.500 millones de años, y que no existen materiales totalmente impermeables al paso de las partículas radiactivas, lo cual hace que sea una temeridad tanto para el entorno como para la población, debido a la imposibilidad real de almacenar un residuo altamente peligroso sin que haya ninguna fuga (por pequeña que sea), ni de desintegrarlo por completo.
Pero dejando por un momento de lado los riesgos que supone instalar una central o un cementerio nuclear, centrémonos en el porqué de situarlo en una zona semi-despoblada de Castilla. El lugar elegido es un municipio que tiene algo más de 400 habitantes empadronados, con un elevado porcentaje de pensionistas y gran escasez de jóvenes (de los que, seguramente, no vivan todo el año en su pueblo o comarca por motivos de salud, trabajo o estudios). El problema es complejo y viene desde hace décadas, agravándose desde el periodo de éxodo rural. Hace tiempo que denunciamos la problemática de las zonas rurales castellanas; estas zonas se nos presentan como lugares sin futuro aparente, y ahora como medida de salvación para el pueblo nos “venden la moto” de una instalación que pone en riesgo a la población, ya no sólo del municipio, si no la de decenas de kilómetros a la redonda. Por ello no nos sorprende que sea una localidad como Villar de Cañas la elegida, ya que de las que se presentaron era ésta una de las zonas más despobladas, y por ende, de las que menos oposición social presentaría.
Es triste, a la vez que alarmante, que exista gente que esté dispuesta a poner en peligro su salud y la de su tierra, de esta manera por pura desesperación: desesperación por intentar salvar sus pueblos, desesperación por atraer jóvenes, desesperación por ver un “comercio” en la plaza de su pueblo, desesperación por ver morir su tierra sin poder hacer nada al respecto.
¿Pero quién tiene la culpa de esta situación? Por una parte, el sistema capitalista ha generado expectativas de una nueva calidad de vida que hace que la gente sienta necesidades que los pueblos ya no pueden satisfacer según los modelos impuestos de competencia económica. Algunas de esas expectativas y necesidades son reales (más cantidad de servicios públicos, mayores alternativas de ocio y tiempo libre, más infraestructuras…) y otras son ficticias y generadas por la publicidad (desacreditación de lo rural frente a lo urbano, consumismo, etc). Por otro lado el modelo centralista español, no invierte en las zonas rurales, y concentra toda la actividad en torno a grandes núcleos urbanos, lo cual fuerza el éxodo rural, por motivos básicamente laborales. Por ello hay que empezar a reivindicar que es posible un medio rural digno, con buenos servicios e infraestructuras, que sea sostenible y que genere bienes (en el sector primario fundamentalmente) que se valoren y distribuyan de manera justa permitiendo que la gente no se vea obligada a emigrar.
Por otro lado es totalmente demagógico que se ponga la excusa del empleo en estos tiempos que corren y concretamente en esta zona por ser escaso, o más bien inexistente. En épocas de bonanza las zonas rurales estaban prácticamente igual que ahora, en plena crisis del sistema capitalista; es más, si esto sigue a este ritmo más de un@ va a tener que volverse al pueblo, por la sencilla razón de que esta forma de vida que se nos impone no es viable. ¿Cómo es posible que en Madrid y su periferia vivan tantos millones de personas y a 150 km existan pueblos en los que en 50 años ha descendido su población un 300%? Este modelo de vida no es lógico ni saludable, más bien parece ser una estrategia para llevar a cabo imposiciones como lo es la instalación del ATC. Por otro lado sabemos de sobra que el empleo que generará este cementerio vendrá de fuera y requerirá una alta cualificación.
Otro factor son las palabras del ministro Soria argumentando, entre otras cosas, que la ubicación elegida es por un consenso de toda la población. Aquí el único consenso que ha sido diferente al del resto de candidaturas es que la Presidenta de la C.A de Castilla – La Mancha, Mª Dolores de Cospedal, declaró que “sí al ATC”, pero eso no implica que ni todo el pueblo esté de acuerdo y mucho menos los municipios cercanos, de hecho la plataforma Anti-ATC de Guadalajara también se ha posicionado en contra de dicha instalación tanto por cercanía, como por solidaridad con sus vecin@s. Es evidente que Cospedal cierra filas con el PP estatal y por eso no abre la boca como lo han hecho sus compañeros de partido más espabilados como Fabra en Valencia, que rehusó frontalmente que el ATC fuera para su comunidad autónoma. Ese es el verdadero proyecto del régimen para Castilla, ser la ubicación de lo que nadie quiere, esquilmar sus recursos humanos, naturales y económicos, y ejercer de bastión del más rancio españolismo.
Además desenmascaramos la hipocresía de ciertos políticos, aquellos que propusieron e impulsaron el ATC a sabiendas de que sería el PP al que le tocaría gestionar su ubicación final. Ahora vemos a gente del PSOE manifestándose en contra del Cementerio Nuclear y quisiéramos preguntarles a la cara si se oponen a la construcción en Cuenca o se oponen a su construcción en cualquier parte; si se oponen por convicción ideológica o se oponen por ser Cuenca una de las pocas provincias y capitales que le quedan al PSOE; si se oponen por partidismo y oposición al PP (quienes también se mostraron reacios a instalarlo en Castilla – la Mancha cuando gobernaba el PSOE) o se oponen por nuestra salud y por conciencia ambiental.
Por ello nuestra postura es clara sin ambages: no sólo nos posicionamos en contra de la instalación del cementerio nuclear en nuestra tierra ni en la de nadie, sino que exigimos al Estado español el cierre de todas las centrales nucleares, que se empiece a preocupar de una vez de la despoblación de nuestras zonas rurales, de fomentar una agricultura más ecológica y sostenible, de que nuestros recursos se destinen a nuestra tierra (por ejemplo, el cese del trasvase del Tajo). Exigimos también un modelo de estado más social y sostenible por el bien común y no como lo es en la actualidad, donde prima lo individual frente a lo colectivo. Y como no nos van a dar nada, es imprescindible la participación de tod@s para construirlo.
Todos a Villar de Cañas el 12 de Febrero, por el futuro de nuestra tierra.