El pasado lunes 6 de junio tuvo lugar el juicio contra el compañero Pablo por presuntas pintadas sobre la estatua de Colón en Valladolid. Desde las 9:30 de la mañana, más de medio centenar de compañer@s y amig@s de Pablo se concentraron a las puertas de la Audiencia Provincial para manifestar su apoyo.
En el juicio se volvieron a materializar dos criterios totalmente antagónicos sobre la interpretación histórica de la colonización y que afectan a nuestro pueblo, Castilla. Por un lado, se puso de manifiesto una interpretación exenta de toda sensibilidad humana y recogedora de fracasos políticos a lo largo del tiempo, una interpretación brutalmente representada por Menéndez Pelayo en su libro “Historia de los heterodoxos españoles”. El movimiento comunero del siglo XXI renuncia sin género de dudas a esas tradiciones y mitologías propias del fascismo español y extendidas entre algunos sectores que se consideran progresistas. Por otro lado, se adujeron aspectos críticos sobre la colonización, que parten de una línea de pensamiento progresista representada en las primeras fases de ese proceso histórico por los propios comuneros, por la Escuela de Teología de Salamanca y por sus intelectuales más destacados, como Francisco de Vitoria o fray Bartolomé de las Casas.
La Fiscalía, en coherencia con una concepción reaccionaria y manifiestamente ineficaz para el establecimiento de relaciones políticas sólidas y constructivas con los países de la esfera latinoamericana, se reafirmó en su petición de cinco años y tres meses de prisión para Pablo y trató de demostrar que tras la acción simbólica que se le imputaba existía un delito de odio contra el conjunto de la sociedad española. Quizás la Fiscalía no tiene capacidad intelectual ni jurídica suficiente para comprender que los aspectos y efectos más brutales e incivilizados de la colonización -empezando por los empalamientos de indios- puedan ser objeto de crítica. Mientras la Administración de Justicia se mantenga anclada en posiciones incompatibles con la modernidad, se dificultará el avance en la conveniente construcción -necesaria construcción, mejor dicho- de un espacio de relaciones internacionales con Latinoamérica en el que los pueblos del Estado español, y Castilla en particular, podrían jugar un papel de gran importancia.
El movimiento comunero viene participando en el Foro de Sao Paulo desde el año 2001. Esta experiencia nos ha enseñado, entre otras cosas, el profundo aprecio que las gentes de América Latina sienten por los pueblos del Estado español, así como el interés subjetivo y objetivo de construir un auténtico espacio común e igualitario entre los pueblos que compartimos lengua y cultura. Para ello hay que sentar las bases políticas y culturales adecuadas; ahí es donde volcamos todos nuestros esfuerzos, mientras otros se dedican a alimentar un chauvinismo español trasnochado e inútil para moverse en el mundo en que vivimos. Como ejemplo de esto, tenemos el último episodio de utilización del Gobierno español por parte de los EEUU de Biden al invitar a Pedro Sánchez a la Cumbre de las Américas para intentar neutralizar el movimiento de trascendencia histórica de un conjunto de países, los más progresistas de Latinoamérica, en contra del mantenimiento del diseño imperialista para esos encuentros. Se da la circunstancia de que el juicio de Pablo coincidió en el tiempo con el “Jubileo de Platino” de la reina Isabel II, saludada por decenas de países de la Commonwealth como su actual Jefa de Estado, estructura cuyos orígenes remotos se hallan en la época en que Oliver Cromwell estableció la Mancomunidad de Inglaterra y el Parlamento decidió ejecutar al rey Carlos I. Es un ejercicio intelectual de interés establecer una comparativa con la posición internacional del Estado español en el mundo castellanohablante, empezando por el papel de su Jefe de Estado.
Volviendo al juicio, en el transcurso de este también quedó claramente expuesto el recurso a una práctica, sin respaldo legal durante años, consistente en investigar a personas por su ideología y su militancia política, sin que estos hubieran tenido que cometer delito alguno. Tal cosa fue reconocida por los representantes de la Brigada de Información, no solo en relación con el caso de Pablo, sino como un procedimiento sistemático. Se trata de un indicador adicional de la baja calidad democrática de este Régimen.
En cuanto a la pintada de la estatua de homenaje a Colón, los técnicos señalaron la inexistencia de daños apreciables en el conjunto escultórico en relación con la referida pintada; de manera adicional, expusieron lo inadecuado de los métodos e instrumentos empleados por parte del Servicio de Limpieza del Ayuntamiento para retirar la pintura de la estatua.
El abogado defensor insistió en la total ausencia de pruebas y en la debilidad de los indicios presentados por parte de la Fiscalía y de la acusación particular, quienes habían construido su línea de investigación en base a quién es Pablo -políticamente hablando- y no en lo que habría hecho.
Por último, es de reseñar como indicador de la actitud de la Subdelegación del Gobierno el que esta autorizase una concentración fascista a la misma hora y a escasos 50 metros de la Audiencia Provincial, cuando sistemáticamente se prohíben manifestaciones de signo ideológico contrario.
No sabemos cuál será la sentencia sobre el juicio de Pablo. Si esta se construye sobre argumentos jurídicos objetivos, no puede ser otra que la absolución; pero nos tememos que pueda haber interferencias de otra índole. Si la sentencia no fuera absolutoria en todos sus términos, interpondremos recurso ante el Tribunal Supremo y el Constitucional, pasos necesarios que hay que recorrer para llegar a los Tribunales europeos.