Como cada 25 de noviembre, día contra la violencia machista, nos pronunciamos contra la violencia sistémica recibida por el conjunto de las mujeres y a favor de la construcción de una resistencia y movimiento feminista que, en estos momentos de crisis socioeconómica y sanitaria, es más necesario que nunca.
Tomando como contexto todo lo que hemos ido viviendo desde el inicio de la pandemia del COVID-19, queremos señalar, por un lado, las situaciones de maltrato que han vivido muchas mujeres en sus hogares, acrecentadas en los momentos más duros de confinamiento domiciliario, llegando a registrar un aumento del 60% de llamadas al 016. Por otro lado, el trabajo de “cuidados” ha recaído una vez más sobre la espalda de las mujeres, tanto remunerado como no, y dónde se han visto obligadas a exponerse el virus sin ningún tipo de protección institucional.
Cabe señalar una vez más que este tipo de violencias e injusticias, que se manifiestan desde lo macro a lo micro hacia la mujer, y que adoptan formas extremas como la prostitución, existen como consecuencia de un patriarcado que se alimenta de necesidades económicas, derivadas a su vez de un sistema desigual como es el capitalismo, que pone los cimientos de una violencia estructural.
Es del actual contexto de vulnerabilidad económica acentuada de las mujeres trabajadoras, derivado de la
pandemia, del que se nutren nuevas plataformas online como “OnlyFans”, que ofrecen ingresos rápidos a
cambio de contenido pornográfico, bajo un falso discurso de libertad y emancipación, y donde se pueden
encontrar auténticas redes de explotación, generalmente asociadas a la industria pornográfica.
Además, la prostitución, como institución, se convierte en una escuela de sexualidad para los hombres, y
configura el imaginario colectivo de lo que es una mujer y lo que se puede esperar de ella. Intenta validar por tanto la mercantilización y explotación del cuerpo de la/s mujer/es, la violencia hacia nosotras, y las
desigualdades estructurales que marcan nuestras vidas, y que retroalimentan la existencia del sistema de
dominación patriarcal y capitalista.
En el mes de agosto fue objeto de debate el cierre, o no, de los prostíbulos, no porque sean centros de
explotación y esclavitud de mujeres, sino porque podían suponer “un riesgo para la salud pública”, a raíz de algunos brotes de COVID-19 detectados en estos establecimientos. Desde Yesca, por aquel entonces, lanzamos la campaña “Con o sin pandemia, los prostíbulos se cierran. Fuera puteros y proxenetas de nuestra tierra”, para señalar la complicidad de las instituciones con las redes de prostitución, y, además, porque tristemente las comunidades autónomas que conforman Castilla cuentan con algunas de las cifras más altas en cuanto a prostíbulos de todo el Estado español: 11 en Cantabria, 244 en Castilla y León, 11 en La Rioja, 310 en Madrid y 83 en Castilla – La Mancha. Un total de 659 prostíbulos (que se sepa) en toda Castilla.
Debemos imaginar y construir unos pueblos donde el patriarcado y la desigualdad queden extintas, donde nuestra ética de clase y género declare que hay bienes morales superiores como la igualdad, cuya defensa debe anteponerse a la libertad de comprar y vender, para poder avanzar hacia una Castilla feminista, libre de prostitución.