Así amanecieron ayer algunos de los rincones más abominables de Toledo: teñidos de rojo.
Son esas huellas donde no llegan las leyes de memoria histórica, como vemos con el escudo franquista en plena avenida de La Reconquista, ¡vaya! Curioso nombre y curiosa sede la que se encuentra enfrente, nada menos que la de Falange, será que no tienen suficiente con la sangre de inocentes vertida en las cunetas. Pero como desde el Ayuntamiento de Toledo se ve que ni ellos mismos se creen las leyes que su propio partido elaboró se mantiene, un mandato tras otro, tanto en la capital como en el resto de pueblos de la provincia, los callejeros fascistas. Y de pueblo en pueblo sigue la denuncia antifascista, pues parece no haber reparos en perpetuar sin vergüenza alguna las cruces franquistas de las fachadas de las iglesias, o los monumentos a la dictadura, como si el fascismo se regocijase en la humillación de quiénes lucharon por la libertad de su pueblo.
Donde los ojos de alcaldes, secretarios generales, pomposos coordinadores, oportunistas populares, rastreras presidentas no quieren mirar, allí llega la rabia del pueblo castellano antifascista.
Por una Castilla libre de fascismo.