Contra el Régimen del 78: Repúblicas.

En un ejercicio de democracia participativa, el 1 de octubre de 2017 están llamados a votar todas las ciudadanas y ciudadanos catalanes en edad legal para realizar dicha votación. Como pueblo trabajador castellano, debemos llegar a la conclusión de que dicho proceso es —indudablemente— un acto de rebeldía frente a un régimen que no es sino la continuación y renovación del franquismo. Este Régimen del 78 instaurado en el Estado Español está intentando por todos los medios posibles —políticos, jurídicos, propagandísticos, sociales, etcétera— derrumbar una actividad que en cualquier país «democrático y moderno» sería completamente lúcido: el hecho de votar para decidir el futuro de una nación. De esta forma, nos encontramos frente a un entramado político y jurídico que, muy lejos de aceptar la voluntad popular del pueblo catalán, reprime desde sus instituciones ilegítimas y antidemocráticas cualquier ejercicio de libertad y autodeterminación.

La ciudadanía catalana lleva desde hace mucho tiempo reclamando mejoras en su condición de nación dentro del Estado Español: más soberanía para su pueblo y más democracia. Sin embargo, desde el centralismo instaurado en Madrid por parte de la élite española dominante, se ha truncado cualquier atisbo de transformación democrática. Hemos de ser plenamente conscientes de que el hecho de que el pueblo catalán salga a la calle a reclamar una república independiente es un acto de ruptura democrática con el régimen actual y un acto de desobediencia desde el que reclamar mejoras en su propia nación. Como no puede ser de otra manera, de alcanzarse la ruptura con el marco estatal desde Cataluña, el resto de pueblos del Estado contarían con una ventaja significativa con respecto al Régimen del 78. Sin duda, la victoria del pueblo catalán es al mismo tiempo una victoria para el pueblo castellano.

Se cumplen ya ochenta y seis años desde que el Estado Español vislumbrase la II República. Una república no entendida en su forma burguesa, sino del pueblo, dirigida por las clases populares y para las clases populares. Si bien es cierto que hoy por hoy la correlación de fuerzas con que contamos dificulta la proclamación de una república a nivel estatal, la alternativa que plantea el pueblo catalán en su camino hacia la independencia en forma republicana evidencia de forma objetiva que sí se pueden llevar acabo avances que nos aproximen a la destrucción y desmoronamiento del Régimen del 78 tal y como lo conocemos.

En este sentido, la proclamación de una república catalana, conscientes de todas las contradicciones que ello supondría a la clase trabajadora catalana al tener que aunar fuerzas con socialdemócratas y sectores de la burguesía productiva —en tanto que la alta burguesía catalana, al igual que la vasca, es contraria a cualquier proceso de sobe- ranía e independencia—, supondría un avance significativo tanto para la democratización de las instituciones catalana como forma de allanar el terreno a las organizaciones de clase catalanas en su fin de lograr el objetivo estratégico de un Estado Catalán democrático y popular. Tal es así que, a medida que avanza el proceso, vemos claramente que, en caso de elecciones constituyentes, los sectores de izquierdas serían mayoría en el parlamento catalán frente al declive de la derecha, puesto que CIU se ha dividido en dos, Artur Mas ha sido apartado y han perdido casi la mitad de sus votantes. Todo ello sumado a la corrupción destapada dentro de dicho partido y la caída de una figura clave para el Régimen del 78 como fue Jordi Pujol.

Con todo, el movimiento popular castellano está —y estará siempre— en las luchas de otros pueblos: por su liberación nacional, de clase y de género, entendiendo el contexto y el marco de cada pueblo. Como hemos dicho, la presumible constitución de la República Catalana conllevará a un contexto más favorable para el pueblo castellano: un contexto en el que la ruptura contra este régimen heredero del franquismo será más sencilla, un contexto en el que romper con el régimen que nos oprime como nación, como clase y como género, sea factible a medio plazo. Esto es, un contexto en el que la República Castellana no sea una mera utopía, sino una realidad objetiva que nos acerque a la confederación con el resto de pueblos del Estado.

Por ello, invitamos a las organizaciones de la izquierda estatal a que aclaren sus posturas. Sobra decir que sin el apoyo al proceso y a la futura República Catalana no se conseguirá el objetivo de la III República, o será mucho más difícil de llevar a cabo. Por supuesto, el movimiento popular castellano -como ha demostrado históricamente- estará siempre con el pueblo catalán y sus clases populares.

INDEPENDÈNCIA PAÏSOS CATALANS,

VISCA CATALUNYA LLIURE!

¡VIVA CASTILLA LIBRE Y COMUNERA!