Desde Yesca queremos mostrar nuestro abierto apoyo al pueblo catalán y al proceso emprendido para decidir libremente sobre su futuro. Este axioma parece a primera vista bastante ordinario; lamentablemente, en nuestra tierra es complicado encontrar análisis similares entre organizaciones fuera del Movimiento Popular Castellano.
No es ningún secreto que nuestro pueblo ha sido el principal depositario de un españolismo intransigente que se ha dedicado a engordar la animadversión hacia Cataluña desde tiempos remotos, y que ha conseguido que much@s sean incapaces de abordar de una manera más racional que sentimental la cuestión catalana. De igual manera, la burguesía catalana siempre alimentó esa bestia, generando y luego aprovechándose del odio hacia lo castellano, confundido con lo español, además de colaborar activamente en la partición autonómica de Castilla durante la Transición. Esta enemistad -que no siempre la fue- ha ido penetrando profundamente entre las capas populares de Castilla y Cataluña mientras de manera paralela se olvidaba poco a poco la identidad común, la de nuestra clase trabajadora sometida a las mismas miserias. Creemos de manera firme que esta hostilidad tiene su solución más consistente en el necesario reconocimiento mutuo y sincero de nuestros pueblos como sujetos de derechos políticos, que deberían ser capaces de decidir en libertad su relación mutua y su posición en el escenario internacional. Pero esa tarea se complica hasta el infinito por la ceguera de una izquierda atravesada por el españolismo de nuevo cuño, que realmente es más de lo mismo, pero con aires falsamente progresistas.
La izquierda española se ha escondido durante largo tiempo en un nivel de abstracción absoluta, en el cual el “reconocimiento al derecho de autodeterminación de los pueblos” era una coletilla vacía de contenido práctico, pero imprescindible de recoger en un programa o manifiesto político si se quería cosechar alguna simpatía en ciertos territorios del Estado. Esa máxima, además, se construía sobre el vacío, pues en ningún momento se aportaban elementos teóricos sobre la cimentación territorial del Estado, mucho menos sobre el papel de nuestro pueblo, al cual su mera existencia se le ha venido negando sistemáticamente. Hoy esa etapa está quemada porque la lucha contra el régimen y el desgaste del mismo la han llevado a su extenuación; a ello ha colaborado de manera fundamental el pueblo catalán y su decisión de superar la contradicción entre legalidad y legitimidad mediante la desobediencia. Las proclamas triviales de esa izquierda se tendrán que convertir ineludiblemente en hechos; las coletillas de copia-y-pega, en reflexión política; y cada cual tendrá su momento para posicionarse ante lo que viene, bien por acción, bien por omisión. ¿Por qué? Porque este Régimen está enfermo, pero aún no vencido, y juega sus propias cartas.
El Estado español –en estrecha relación con la burguesía catalana más colaboracionista con él- no solo tiene la capacidad para desbaratar ese proceso por el soborno, la coacción o en última instancia la fuerza bruta (la Historia del Siglo XX así nos lo demuestra), sino que combina una naturaleza explícitamente antidemocrática que le anima a ello y la necesidad imperiosa de que la consulta no se materialice si quiere garantizar su propia supervivencia como proyecto político y territorial. A nuestro juicio, el proceso abierto en Escocia no tiene paralelismos demasiado útiles para el movimiento popular catalán, pues parten de contextos diferentes y por tanto los caminos deben divergir. Ni Escocia supone demográfica, económica ni políticamente para el conjunto del Reino Unido lo que Cataluña para el conjunto del Estado español, ni para el aparato británico es recomendable censurar la voluntad del pueblo escocés como sí es vital para el Régimen español hacerlo con el pueblo catalán. Creemos que el movimiento popular en los Países Catalanes debe saber buscar con habilidad sus alianzas internacionales principalmente en el conjunto del Estado, pues son los insumisos pueblos peninsulares los que sin ninguna duda conforman el eslabón débil para el capitalismo en la Unión Europea, y gozan de importantes referentes rupturistas capaces de ser activos esenciales en un cambio de sistema. Con nosotr@s, la juventud castellana y revolucionaria, siempre podrán contar en esa trinchera. Recordamos además que, mientras discurren estos meses tan decisivos para el pueblo catalán, tendrán lugar también el otoño destituyente, nuevas convocatorias de las Marchas de la Dignidad, movilizaciones contra la Ley Mordaza o la Ley del Aborto, luchas sectoriales reavivadas, etc. En definitiva, en Castilla entraremos en un nuevo episodio de conflictividad y confrontación política, que tendrá que buscar un espacio para denunciar y combatir el previsible secuestro de los derechos más elementales del pueblo catalán. De la confluencia de estos y otros procesos de lucha en marcha aumentarán las posibilidades de victoria para las clases trabajadoras y los pueblos bajo jurisdicción del Estado.
Mandamos todo nuestro ánimo a la juventud catalana ante esta encrucijada, y confiamos plenamente en su capacidad para conseguir que el proceso soberanista les lleve más cerca de su liberación nacional, de clase y de género. Como en los últimos años, asistiremos invitad@s a la Diada el 11 de septiembre y seremos portadores de un abrazo solidario y comprometido con la juventud rebelde de los Países Catalanes.
Por último, llamamos a los miles de jóvenes castellan@s emigrad@s en los Países Catalanes a que se impliquen con el proceso y a que durante la Diada muestren que existe una Castilla internacionalista, una Castilla fraternal, una Castilla Comunera, dispuesta a luchar activamente para que no se conculquen los derechos políticos del pueblo catalán.