Un año más, desde la juventud castellana revolucionaria queremos teñir de morado las calles de Toledo, esta ciudad símbolo del orgullo y resistencia comunera. Resistencia del pueblo castellano frente a quienes llevan 500 años tratando de doblegarnos, de saquearnos, de borrarnos del mapa y de los libros de historia.
En este contexto de absoluta incertidumbre e inseguridad existencial, laboral, con un futuro robado y abocados al individualismo neoliberal, creemos que es más importante que nunca para la juventud el rescatar la memoria de figuras como la de María Pacheco, ejemplos eternos de cómo el pueblo organizado puede enfrentarse cara a cara a todo un imperio y de cómo, pese a la derrota, de cada justa revuelta que se ha dado en la historia se han sembrado incontables semillas que, 5 siglos después, y con todo en contra, siguen brotando y haciendo florecer amapolas comuneras.
El sistema nos dice cada día, a través de sus diferentes aparatos de propaganda, que las jóvenes tenemos que aspirar a ser nuestras propias jefas, a competir, a pisar a los demás, a no establecer vínculos sociales más allá del puro beneficio mercantil.
Frente a este discurso neoliberal y desmovilizador, la juventud nos plantamos y, como la Leona de Castilla, aspiramos a organizar y guiar a nuestro pueblo hacia la victoria frente al enemigo común: El Régimen monárquico del 78, capitalista y patriarcal. Esto no es un capricho, es fruto del análisis y de la experiencia obtenida en todas las luchas que han llevado a cabo las que nos han precedido. La construcción de la república comunera es la única estrategia de ruptura real y popular que nos permitirá alcanzar nuestros objetivos de liberación, como castellanas, trabajadoras y mujeres, para ser dueñas de nuestro destino y construir un futuro basado en lo común y en la justicia social.
La pandemia del COVID-19 ha agudizado la eterna crisis del capitalismo y ha supuesto una vuelta de tuerca más en la precarización de la juventud, abocada al paro, a los empleos basura y a la emigración, convirtiendo a Castilla en una tierra envejecida y sin expectativas de futuro, con jóvenes que se ven obligados abandonar sus pueblos, ciudades y, en definitiva, sus raíces, retroalimentando ese sentimiento de desarraigo e individualismo.
Llevamos ya un año sufriendo una auténtica campaña de terrorismo mediático, siendo las jóvenes trabajadoras el blanco de acusaciones tales como irresponsables, asesinos, culpables de los aumentos de los contagios. Pero su terror no ha conseguido doblegarnos. La juventud trabajadora ha demostrado, con más fuerza que nunca, que está guiada por profundos sentimientos de responsabilidad y amor a los suyos, organizando las redes de solidaridad que han permitido a miles de familias trabajadoras llevar un plato de comida casa, a través de las asambleas feministas que han permitido a tantas mujeres jóvenes empoderarse y obtener las herramientas necesarias para enfrentar el terror patriarcal que sufrimos cada día, a través de colectivos antifascistas que son la primera línea de defensa en nuestros barrios frente a los discursos de odio y la violencia de la extrema derecha, abalada por el Estado y sus Fuerzas represivas; o resistiendo en las calles la brutal violencia policial defender derechos tan básicos como la libertad de expresión.
Al igual que María Pacheco y todas las heroicas luchadoras que nos han precedido, llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones y estamos convencidas que vamos a hacerlo realidad, a pesar de lo poderoso, terrorífico e invencible que a veces pueda parecer nuestro enemigo.
¡Viva María de Pacheco!
¡Viva la heroica resistencia comunera de Toledo!
¡Viva la lucha de la mujer castellana!
¡Viva Castilla feminista, socialista y comunera!