Desde hace tiempo el bloque occidental con los Estados Unidos de América a la cabeza y su brazo armado, la OTAN, está inmerso en una espiral de violencia, desestabilizando e impulsando conflictos por todo el mundo.
A lo largo de la historia hemos podido comprobar y aprender que el sistema capitalista, en su fase imperialista, ante las crisis importantes recurre a la guerra como vía de escape.
En la actualidad, el capitalismo occidental se encuentra inmerso en la mayor crisis estructural de su historia, con problemas en todos los ámbitos (político/ideológico, económico, social, medioambiental, militar…) viendo cada vez más mermada su hegemonía mundial ante el avance de un modelo multipolar impulsado por Rusia y China principalmente.
La preparación de la guerra global viene desarrollándose desde hace años, pero en los últimos meses esta dinámica se ha agudizado.
Antes del 2022 fuimos testigos de provocaciones y confrontación hacia Rusia con la intención de expandir la OTAN cada vez más cerca de sus fronteras o hacia China, con la interferencia en sus asuntos internos en lo referido a Hong Kong y Taiwán o con la prohibición de la actividad de algunas empresas como Huawei.
Con el inicio de la guerra de la OTAN contra Rusia en territorio ucraniano se activó toda la maquinaria de guerra del bloque occidental como la propaganda y sanciones constantes contra Rusia o el envío de ingentes cantidades de armamento y dinero a Ucrania. Este conflicto ha servido también para terminar de subyugar a Europa a los intereses de EEUU, aumentar los costes de materias primas, implementar las famosas políticas de austeridad y recortar derechos sociales, todo ello, señalando a Rusia como el culpable perfecto.
Vemos con preocupación, hasta donde están dispuestos a conducirnos los líderes europeos tras las declaraciones de los últimos días de Macron y Ursula von der Leyen sobre la posibilidad de enviar tropas a Ucrania, la necesidad de implementar una economía de guerra para el rearme de la OTAN y la advertencia de una guerra global.
También es muestra de esta escalada belicista la normalización e incluso justificación que se está haciendo del genocidio cometido contra el pueblo palestino por parte de Israel con el apoyo y bajo la responsabilidad de EEUU y la UE, además de la continua criminalización y condena a la heroica Resistencia Palestina en su lucha de liberación nacional.
A nivel interno los estados occidentales disponen de numerosos métodos, de sobra conocidos, para imponer sus intereses y estrategia: represión, desinformación, fomento del individualismo y neoliberalismo especialmente entre la juventud, reacción del machismo ante los avances del feminismo, auge de partidos de extrema derecha con sus discursos de odio o las reformas que maquillan sus políticas sin suponer cambios reales para el conjunto de las y los trabajadores.
Buena prueba de ello es el corrupto Estado español con su “Gobierno de progreso” a la cabeza siendo este, un fiel lacayo totalmente subordinado a los intereses del imperialismo como podemos observar a través de su apoyo inquebrantable a Zelenski, el reproche y mala cara de puertas para adentro a Israel pero sin acciones reales que lo acompañen o la aceptación a las exigencias de Marruecos con respecto al Sáhara.
Por otro lado, vemos con entusiasmo como cada vez más pueblos, especialmente del sur global, retoman su soberanía y luchan, no sin contradicciones, por un modelo diferente, alejado de las lógicas imperialistas a las que estamos acostumbrados.
Cabe destacar la relevancia a nivel global que está adquiriendo el grupo BRICS+, impulsado entre otros por China y Rusia, como un modelo alternativo al bloque occidental y del que las y los revolucionarios debemos estar atentos ante las posibles oportunidades que aparezcan. Hoy bajo las actuales condiciones y contradicciones del capitalismo existe una posibilidad muy real para la revolución socialista.
Pese a que detener el avance y expansión de la guerra imperialista es una tarea primordial, esta puede llegar y deberemos estar preparados para transformar la guerra entre pueblos en una guerra entre clases.
Nuestra tarea como jóvenes revolucionarios, por lo tanto, es aumentar y mejorar nuestra capacidad organizativa y formativa, tanto a nivel cualitativo como cuantitativo y desde Yesca y el conjunto del Movimiento Popular Castellano llevamos tiempo trabajando en esta dirección, con el fin de ser una herramienta útil al servicio de los y las trabajadoras de nuestro pueblo.
Por ello, animamos a toda la juventud a organizarse, pues somos el motor del cambio necesario para la construcción de una Castilla libre, socialista y feminista. Solo la movilización popular nos permitirá alcanzar un futuro mejor.
¡NO A LA GUERRA!
¡MOVILIZACIÓN POPULAR FRENTE EL GUERRERISMO OCCIDENTAL!
¡CASTILLA LIBRE, SOCIALISTA Y FEMINSITA!