El pasado domingo celebramos el Día Internacional de la Mujer Rural; y qué mejor forma de hacerlo que de la mano de Guzmán (Burgos), un pueblo con un tejido social y comunitario que no nos dejó indiferentes.
La jornada se inició con un mural colaborativo bajo el lema “Nosotras defendemos nuestra tierra, labramos el futuro”, y con la participación, en un principio tímida pero más adelante sin tapujos, de mujeres, niñas, niños y hombres del pueblo. Entre todas las personas que estábamos allí, fuimos capaces de llenar de color una sala de las antiguas escuelas del pueblo, que actualmente alberga un sinfín de actividades culturales y populares. No deja de ser curioso cómo en este edificio no se ha dejado de aprender hasta ahora; para nosotras, fue de lo más enriquecedor tener la oportunidad de compartir tiempo y espacio con toda la gente que se acercó a participar, y dejar un pedacito de su carisma en el mural.
La segunda parte de la jornada consistió en una actuación por parte del grupo de jotas de Guzmán. Este grupo intergeneracional nos conectó aún más con nuestra tierra y nuestra historia, animando a varias de las presentes a unirse en la última jota. Es de vital importancia que, en tiempos en los que nos llenan de mensajes y elementos que pretenden dinamitar y sustituir nuestra cultura, además de todos los aprendizajes que derivan de ella, la recordemos y reproduzcamos con orgullo.
Las mujeres que vivimos en el mundo rural, somos clave para el desarrollo sostenible de nuestros pueblos y de nuestra sociedad en su conjunto; no obstante, para garantizar esta sostenibilidad, es necesario enfrentarnos a las desigualdades que sufrimos. La falta de oportunidades y de acceso en igualdad de condiciones a un empleo, al trabajo en la tierra, etc., dibuja un paisaje en el que la vida de nuestros pueblos desaparece; las mujeres jóvenes nos vemos obligadas a abandonar nuestros pueblos en busca de mejores oportunidades. Así, el envejecimiento del medio rural no solo no desaparece, sino que se vuelve inevitablemente acentuado con el paso de los años.
A través de jornadas como las de este domingo, a través actividades en comunidad, en las que participamos todas de distintas formas, defendemos el derecho a una vida digna.
Por un mundo rural vivo y feminista, en el que podamos vivir y desarrollarnos completamente.
Nosotras no emigramos, ¡nos quedamos y luchamos!