Compañeras y compañeros, un año más nos encontramos en vísperas del 23 de Abril en Villalar de los Comuneros, lugar emblemático de rebelión, que ya en 1521 nos dio ejemplo con la revolución de los Comuneros contra las tropas imperiales de Carlos V, y que hoy en día nos sigue marcando un camino de lucha.
Para la juventud, es crucial conocer el legado de lucha que se ha dado y se ha desarrollado a lo largo de la historia en Castilla, una tierra especialmente castigada y condenada al abandono por parte de las instituciones y los gobernantes. De no ser por esa herencia revolucionaria, hoy en día no nos encontraríamos aquí reunidos, celebrando aquella fecha histórica y a la vez reclamando voz y soberanía para nuestro pueblo.
No son pocos los factores que nos hacen reclamar dignidad y poder para Castilla, y es que, vivimos tiempos muy duros para la juventud, la cual no termina de ver un futuro digno en su tierra y se ve obligada a emigrar, un fenómeno que lleva mellando nuestras poblaciones durante décadas. La precariedad resultante de la crisis que venimos arrastrando en los últimos años previos incluso a la pandemia, han terminado de exterminar todos y cada uno servicios públicos, ya enfermos de gravedad, y que hacían por mantener a la población en condiciones ya entonces pésimas. Si a esto le sumamos la carestía de la vida derivada de una guerra en la que nos han metido sin consentimiento alguno y la cual estamos pagando entre todas y todos, supone un lastre insufrible para las clases populares que tarde o temprano va a tener consecuencias irreparables. Si los y las jóvenes no pueden permanecer en su tierra por falta de oportunidades, no se pueden permitir estudiar ni formarse, no pueden emanciparse por los
disparatados costes de alquileres, ni pueden optar a una vida digna… la juventud pasa a la acción como única herramienta de supervivencia.
Por ello hoy, en la víspera del día nacional de Castilla, Castilla se vuelve a levantar (valga la redundancia), y recordamos la importancia de la organización en barrios y pueblos, tejiendo redes de apoyo y solidaridad. Porque la solidaridad es la ternura de los pueblos; y solo así podremos lograr devolver al común del pueblo lo que del pueblo saliera. Y que tengan muy claro, que si pretenden para nuestro pueblo un futuro de expolio y miseria, lo que van a encontrar es organización y lucha, porque aquí compañeros y compañeras, hay un pueblo digno.
¡Viva Castilla rebelde y comunera!
En primer lugar, queríamos agradecer que hayáis venido a la primera Copa de Castilla. Hemos preparado esta exhibición con ilusión, y esperemos que os haya gustado.
En esta edición como habéis visto, no ha habido combates de mujeres; por mucho que lo hemos intentado, no ha sido posible. Aun así, queríamos hacer énfasis en la importancia de nuestra presencia en los deportes, tanto de contacto como de otros tipos. Muchas hemos vivido lo que es empezar a entrenar en gimnasios o grupos en los que la mayoría son hombres, entrando en espacios que no han sido tradicionalmente reservados para nosotras, con todo lo que ello supone. Esto no quiere decir que no debamos entrar en estos espacios, sino que tenemos muchas más trabas para acceder a ellos. Las mujeres no debemos pedir ni perdón, ni permiso. Estos espacios nos pertenecen, porque somos la mitad de la población, y es importante que los tomemos de forma decidida, confiando en nosotras mismas y sin miedo.
A estas dificultades se suma la tendencia cada vez mayor de que estos espacios sean usurpados, al servicio de estereotipos rancios y sexistas. Hemos visto a deportistas de élite de distintas disciplinas dar voz a estas problemáticas y ser escracheadas, acosadas y violentadas como consecuencia. Nuestros cuerpos y capacidades son distintas; ni mejores, ni peores. Además de tener más visibilidad, los hombres ocupan puestos en podios que han ganado, sencillamente, de forma injusta.
Es importante que recordemos que las mujeres debemos estar ahí y no amedrentarnos. Los deportes también son nuestros.
¡Que viva la lucha de las mujeres!