Por tu salud mental, lucha contra el capital.

En los últimos meses no hay día que no salga una noticia de la situación alarmante que se está viviendo respecto a la salud mental de la infancia y la adolescencia. Estas patologías han estado siempre presentes en la población, pero ha sido a raíz del COVID-19 y el confinamiento durante la primera ola cuando más se han generalizado los problemas de salud mental.

¿Y que nos estamos encontrando actualmente? Un aumento de problemas de salud mental en la población infanto-juvenil destacando la ansiedad y depresión, además de un incremento de las autolesiones y suicidios en la población adolescente, siendo este el principal motivo de causa mortal en los grupos de jóvenes de 15 a 29 años. Ejemplo de ello son los datos aportados por la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, con 1426 protocolos abiertos en los colegios e institutos por autolesiones y suicidios. Exigimos mejoras de protocolos en los centros educativos y un aumento de profesionales para abordar una mayor prevención desde las aulas. No podemos dejar de analizar esta problemática sin tener en cuenta que son más las mujeres las que se ven afectadas por este tipo de patologías, entre los que se encuentran los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), principal causa que afecta gravemente a las mujeres, a su auto-imagen y auto-concepto que se ve presionado por unos cánones de belleza impuestos por el modelo social patriarcal. En el caso concreto de Castilla y León, hemos visto datos oficiales del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, donde han pasado en muy poco tiempo de atender a menos de 10 pacientes con TCA al año, a 120 casos en 2022.

Por supuesto, este tipo de patologías tienen distintas causas, pero sin duda lo que más está afectando a la salud mental de los jóvenes, como ya hemos comentado en textos anteriores, es el aumento de la precariedad y la crisis estructural en la que hemos entrado. En una sociedad donde solo el 16,75% de la juventud logra emanciparse, los productos de primera necesidad han aumentado sus precios en un 40% y la tasa de paro juvenil está en 28,80%, sumado al futuro incierto ante la situación geopolítica de guerra, es fácil entender el impacto devastador que esto tiene en el bienestar de la población. El nivel de estrés que todas estas problemáticas están generando en una gran parte de la juventud ha supuesto un aumento de trastornos depresivos y de ansiedad, como demuestran numerosas encuestas realizadas en este rango de la población, las cuales reflejan las principales preocupaciones que hoy en día tenemos: salud mental, vivienda y empleo. Además, el consumo de ansiolíticos y antidepresivos —psicofármacos— ha crecido más de un 27% desde el 2010, encontrándonos actualmente con más de 2,5 millones de personas consumiendo estas sustancias médicas, generándose un exceso de medicación en muchos casos.

A todo esto se suman los efectos de las redes sociales y las nuevas tecnologías, que atañen principalmente a la juventud provocando en muchos casos ansiedad, baja autoestima, depresión e ideación suicida.

Ante esta situación, estamos viendo como el Sistema Sanitario público carece de recursos y profesionales, por ello damos importancia a luchar por una sanidad pública y de calidad siendo esta una de las apuestas más fuertes que tenemos para lograr un futuro digno. La falta de recursos ante los continuos recortes en sanidad ha generado una saturación de las consultas médicas, incluidas las de psicología y psiquiatría: 9,6 psiquiatras por cada 100.000 habitantes (2021), una cifra significativamente menor a la media europea, y 6 psicólogos por cada 100.000 habitantes (2018), una cifra tres veces menor que la media europea. Por eso, es imprescindible y demandamos mayores profesionales en el área de salud mental, y más recursos que puedan favorecer la prevención en el ámbito comunitario, generando una red amplia que pueda prevenir situaciones graves y disminuir las tasas de autolesiones y suicidios.

Pero nuestras reivindicaciones no pueden quedarse únicamente en mejorar la sanidad pública, exigimos un modelo de vida digna para la juventud, donde pueda tener mejores condiciones de trabajo, mejores salarios, facilidad de acceso a la vivienda, etc., ya que nuestro estilo de vida y el entorno donde vivimos son fundamentales para la salud mental.

Para ello necesitamos construir un futuro para nuestro pueblo fuera de las lógicas del mercado, pues únicamente acabando con el sistema capitalista terminaremos con la precariedad que nos ahoga y empuja al aumento de problemas de salud mental.

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